Tomado de: Columna de El Heraldo. Por: José Consuegra
Cumplir con estos estándares responde a las necesidades globales de profesionales cuyas competencias se certifiquen y reconozcan. La educación superior en el mundo se comunica hoy, principalmente, a través de la convalidación de títulos y, para ello, el sello de reconocimiento es la acreditación.

La educación superior de calidad es capaz de transformar vidas y de sentar cimientos óptimos para promover movilidad social, justicia, equidad y generar oportunidades de progreso científico, económico, social y cultural. Es primordial una formación educativa en permanente compromiso con la excelencia, que potencie e integre las habilidades socioemocionales, psicomotoras, cognitivas, lingüísticas, espirituales, intelectuales, profesionales y humanas. Además, es necesario que el proceso formativo fomente principios y valores ciudadanos, consolide habilidades analíticas, pensamiento lógico y abstracto y autonomía de pensamiento.
Por ello, cada vez cobra mayor relevancia la acreditación de alta calidad en las que las Instituciones de Educación Superior (IES) y los programas académicos se someten a rigurosos métodos de valoración que incluyen autoevaluaciones y heteroevaluaciones que permiten reconocer fortalezas y definir oportunidades de mejora, cuyo propósito final siempre es el mejoramiento continuo, la búsqueda de la excelencia y la consolidación de una cultura de calidad.
En Colombia, el Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad promueve que las IES rindan cuentas ante la sociedad y el Estado sobre el servicio educativo que prestan, provean información pertinente y confiable a sus usuarios, y se propicie y favorezca la autoevaluación y autorregulación permanente de instituciones y programas en el contexto de la construcción de una cultura de la excelencia.
Hoy, los procesos de acreditación son regulados por el Acuerdo 02 de 2020 del CESU, que permite un marco de referencia orientador para las IES, en el desarrollo y puesta en práctica de una cultura de autorregulación, autoevaluación y mejoramiento continuo. Este acuerdo focaliza sus intereses evaluativos en la medición de indicadores de capacidad, de procesos, de logro y de impacto y promueve la heterogeneidad y la diversidad institucional.
Cumplir con estos estándares responde a las necesidades globales de profesionales cuyas competencias se certifiquen y reconozcan. La educación superior en el mundo se comunica hoy, principalmente, a través de la convalidación de títulos y, para ello, el sello de reconocimiento es la acreditación.
Barranquilla, como capital de la región Caribe, ha logrado importantes avances al respecto, que la convierten en un destino idóneo para quienes deseen acceder a formación educativa de alto nivel. De 18 Instituciones de Educación Superior que funcionan en la ciudad y su área metropolitana, 7 cuentan con Acreditación Institucional en Alta Calidad. De hecho, el pasado 25 de agosto el Ministerio de Educación renovó la Acreditación Institucional en Alta Calidad de la Universidad Libre por un periodo de 6 años y a la Universidad Simón Bolívar, por 8, una muestra del compromiso por alcanzar niveles de excelencia para beneficio de todos.
La educación de calidad dejó de ser un privilegio de élites y se convirtió en una necesidad para toda la sociedad ya que solo ella es capaz de transformar y desarrollar al ser humano.